jueves, 30 de mayo de 2024

Historias de aquí

NUESTRA SEÑORA LA BLANCA Y LAS RELIGIOSAS DOROTEAS DE BURGOS

 

Mª Mercedes Rodrigo Almendres

Después de la derrota del último rey visigodo don Rodrigo, los árabes invadieron España y permanecieron en ella cerca de ocho siglos.

Durante tan larga permanencia no es de extrañar que hubiera periodos en que vivieran en plena armonía árabes y cristianos. Si recordamos las viejas ciudades españolas con típico sabor arábigo, veremos que hay en ellas viejos barrios donde en la antigüedad moraban los judíos. Eran las famosas juderías y los barrios mozárabes donde habitaban, por lo general, dedicados al comercio.

            También en Burgos existía la judería y en la leyenda del Cid Campeador nos habla de ella en el relato de Raquel y Midas, viejos judíos usureros que prestan dinero al Cid a cambio de su cofre.  Este barrio era un barrio murado en la parte baja de la ciudad y paralelo al Paseo de los Cubos del que le separaba la muralla.  La judería tenía dos puertas, la de Ferrero y la de los Tintes, que desapareció en el año 1689 al derribarse parte de la muralla para abrir la calle Ronda.

            Pues bien, en la judería burgalesa vivía entonces un famosos judío, Selemóh Ha-Levi, conocido por sus innumerables riquezas y su floreciente comercio, y ocurre que por aquel entonces viene a Burgos San Vicente Ferrer a dar una misión, Selemóh Ha-Levi oye al Santo, piensa detenidamente la doctrina que predica y decide convertirse al catolicismo, pero en esta decisión influye mucho una mujer, Dorotea Rodríguez de Valderrama, virtuosa dama nacida al parecer en el Valle de Losa, pero que habita en la ciudad; conoce al judío, sabe lo impresionado que está por las predicaciones de San Vicente y ella ora día y noche pidiendo a Dios y a Nuestra Señora la Blanca, de quien es devota, por su conversión. Sus súplicas son oídas y Dorotea va llenando el alma del judío con las divinas enseñanzas de la fe y la religión, y así el 21 de julio de 1390 Selemóh Ha-Levi recibe las aguas bautismales y toma el nombre de Pablo de Santa María, como puede verse el nombre no puede ser más significativo para un judío converso.

Acta de fundación del convento de las Madres Agustinas Doroteas

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