EL PARRAL
Vicente A. Sebastián García
Es, sin duda, el recinto arbolado más antiguo de Burgos, puesto que sus orígenes van unidos a los del Hospital del Rey, fundado por Alfonso VIII de Castilla, al inicio del siglo XIII.
Entre las
distintas versiones respecto a la procedencia de su nombre, nos inclinamos por
aquella que lo hace derivar de “el pradal” por ser un prado donde pastaban las
ovejas de aquel establecimiento, lo cual no era obstáculo para destinarlo
también a la holganza de los peregrinos.
El Hospital y
la finca aneja siguieron prestando sus servicios asistenciales a lo largo de
los siglos posteriores, labor en la que destaca el caritativo romero San Amaro,
tan venerado por los burgaleses en su ermita aledaña.
En la década
de 1835 a 1845 pasaron todos los bienes del Hospital del Rey a cargo de la
Abadesa de las Huelgas y entonces ya se reconocía una servidumbre pública
existente desde tiempo inmemorial.
Hemos
encontrado en el Archivo Municipal un escrito de marzo de 1841, en el cual se
observa la preocupación del Ayuntamiento por no perder este derecho, cuando se
dirige al Comandante General de la Plaza solicitando:” Prohíba a los militares
que en lo sucesivo la recorran a caballo por un sitio que es susceptible de algún
beneficio por los pastos y ha elegido la población para recreo, adoptando V.S.
y también el medio más conforme de contener a los paisanos”.
Antes de
finalizar el siglo, se aprecia un esporádico interés por utilizar el sitio para
distintos actos y así, en 1898, el año de la pérdida de las Colonias de
Ultramar, el pueblo de Burgos acude a :”una jira campestre en el Parral, con
motivo de las ferias de San Pedro y San Pablo, cuyos ingresos irían a engrosar
la subscripción nacional para el fomento de la
Marina y gastos de guerra”, teniendo un gran éxito tan patriótico
llamamiento, de lo que dan fe las 9.820 entradas al recinto, vendidas a diez
céntimos de peseta.
En la primera
mitad del siglo XX, no parece hubiera mucho interés de la población por asistir
a las jiras celebradas en los Sampedros o el Curpillos aunque empieza a notarse
una mayor asistencia a partir de las Ferias de 1950, en cuya fecha y para
darles un mayor realce, se organiza una Romería Castellana incluida la
preceptiva procesión religiosa.
En 1954,
recibe un importante impulso la del Curpillos al participar en la misma las
Peñas recreativas y Sociedades regionales, estableciéndose, por primera vez,
catorce puestos distribuidos por la finca. Al año siguiente y para incrementar
la asistencia a la fiesta, determina el Concejo declarar medio día del
Curpillos como jornada festiva.
Durante el año
1988, al conmemorarse el VIII Centenario de la fundación del Monasterio de las
Huelgas se suscribió el protocolario documento de cesión temporal de uso del
Parral a favor del pueblo de Burgos, en presencia de SS.MM los Reyes de España
Don Juan Carlos y Doña Sofía, en el cual se concretaba que: “El Real Patronato
del Hospital del Rey es propietario de la finca “El Parral” con una superficie
de 105.780 metros cuadrados, cercada de piedra, provista de árboles de varias
especies, la Casa del Guarda y una
fuente frente a ella”.
Colindante con
la citada casa fue instalado en 1993 por el ayuntamiento un albergue de
peregrinos el cual goza de notable aceptación, en especial a lo largo de los
Años Jubilares Compostelanos.
En la
actualidad, vemos el auge de este lugar con el trasiego de los estudiantes a
las diferentes Facultades y Escuelas, bien a través del mismo o por el hermoso
Paseo de la Universidad, paralelo al exterior de la cerca realizado entre los
años 1995 y 1997.
El mejor
testimonio de cuanto representa el uso y disfrute del Parral para los
burgaleses, es el progresivo incremento de la participación ciudadana el día
del Curpillos, cuando el gentío en incesante afluencia se distribuye por la
finca, deambulando en torno a los “puestos de Peñas y Sociedades donde puede
apagarse la sed y degustar lo más típico de nuestra gastronomía. De esta
manera, en un grato ambiente festivo, se anima la jornada con la actuación de
grupos musicales y exhibiciones folklóricas, a lo que se añade el recorrido por
un variopinto mercadillo extendido en los alrededores del recinto.
Cuando al
atardecer se inicie el lento retorno de la bulliciosa muchedumbre, se dará por
concluida una de las fechas más participativas del pueblo burgalés.
Casa del parralero con el ganado a su alrededor
Este artículo salió publicado en el número 10 de la revista "Detrás de la Muralla" en abril del 2001
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